Al estar en paro es cierto eso de que todos los días te parecen iguales o mejor dicho, todos los días te parecen domingo. Llevo en esta situación quince días y ya me parece una eternidad. La verdad es que llevaba mucho tiempo sin estar tantos días sin hacer absolutamente nada. Pero no desespero, como dice una amiga mía a la que le debo una explicación, espera es igual a esperanza y, quien sabe, puede que eso sea buena señal.
De momento estoy en Pontevedra, la ciudad en la que nací y crecí, con mi gente, aunque espero que sea una situación transitoria. De Ávila me llevé el recuerdo de una gente y una experiencia maravillosa. Nunca pensé que tendría semejante oportunidad.
Hoy es domingo, mi padre lee La Voz de Galicia, mi madre hace lacón con grelos, mi hermana sale del letargo del fin de semana, post resaca de las noches compostelanas, y yo, mientras, espero y soy la hija mayor.
El viernes sentí de nuevo la sensación de la cálida compañía de dos viejas amigas que siempre estuvieron allí, Ana y Carmela. Fuimos a cenar a una crepería llena de delicatessen de todo tipo que engordan a todo quisqui, pero el encanto principal del local es el lugar en el que se sitúa; una gran casa gallega donde comes en las habitaciones, aunque bueno, nosotras deducimos que nos debió tocar en la capilla. De postre, tomamos unas copas en dos locales muy diferentes: "A Pega Moura" y "Dr Livingston". Como sus nombres indican, el primero está decorado made in Galicia y el segundo made in Africa con elefante incluido. Hablamos de todo un poco, del nuevo trabajo de Ana en IBM, de las oposiciones de nunca acabar de Carmela, del Periodismo, de la gente, del trabajo, de la vida, de nosotras. Gracias
domingo, 19 de octubre de 2008
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